Relato de Mariana Berlanga
Los domingos el centro de la ciudad es un mosaico de colores y algarabía. Predomina la comida; los elotes y los dulces típicos que hacen que la plaza se impregne de un peculiar olor. También hay vendimia de telas, y de trajes típicos de las k’iche’s. Si uno camina por la plaza principal, inevitablemente se topa con personas que hablan a través de un micrófono. Al parecer, pararse alrededor de ellos y escucharlos constituye, aquí, una de las principales diversiones domingueras. Uno habla de animales, otro de brujerías, pero los que acaparan más la atención de la gente son los cristianos que pregonan su fe a través de la música popular. “Ayúdame señor”, canta de manera rítmica la voz llorosa de una mujer, la cual dicho sea de paso, me obliga a un morboso acercamiento hacia el grupo de gente que la rodea: algunos como yo miran sorprendidos, otros se unen a la plegaria, se toman de la mano y rezan en voz alta.
A pesar del calor intenso, la gente permanece horas en la plaza principal. Hay familias enteras, chiquillos que corren de un lado para otro o andan en bicicleta. También es común ver grupos de hombres por un lado y de mujeres por otro; ellas casi siempre caminan de la ...
(click para ver relato completo)
Nenhum comentário:
Postar um comentário